Si algo he aprendido de diseño en mi carrera profesional es la importancia de la Tipografía.
En todos los aspectos de nuestra vida, la tipografía tiene un enorme impacto.
Nos seduce a la hora de elegir un producto. Nos divierte, nos guía y armoniza los espacios donde vivimos y trabajamos.
La tipografía viste los mensajes que sirven de canal de comunicación, tanto escrita como visual.
La tipografía jerarquiza los contenidos, nos ayuda a completar y a comprender. La tipografía da sentido a lo que leemos y tocamos. Crea, modula y embellece el tono del mensaje escrito y del entorno en el que se encuentra. Lo convierte en único.
La tipografía le da antigüedad y carácter a los documentos. Los humaniza.
Hoy día, en un mundo donde los soportes de tipografía se miden en puntos de luz, en un mundo donde creamos interfaces que podemos tocar, cobra vital importancia conocer los fundamentos de uno de los elementos del diseño más importantes.
Porque el diseño se compone de muchos elementos, unidos para conseguir un objetivo, una intención, y sobretodo una función. Y todos los elementos que componen ese diseño y su forma tienen que ir de la mano, armónicamente. Sino, deja de ser diseño para convertirse en decoración. Y un producto decorado vende menos.
Vale mucho menos.