Introducción a la tipografía web
Antes de comenzar a ver qué reglas debemos usar para componer nuestros elementos tipográficos es importante que aclaremos una cosa. No es lo mismo la tipografía web, donde el soporte va a ser una pantalla o display con un resolución determinada que una tipografía para una aplicación móvil o la tipografía para un documento que va a se impreso en soporte físico.
Si bien tienen muchas cosas en común, la tipografía para web tiene ciertas «reglas» o mejor, cierto comportamiento que tenemos que conocer para aplicarlo correctamente en nuestros productos, o al menos para tomar decisiones razonadas en su elección para favorecer y potenciar el efecto de nuestro diseño.
Lo que toda tipografía tiene en común es que da coherencia a tu producto. La fuente debe incrementar el sentido de un diseño, le da carácter. Incluso puede pasar desapercibida para tu usuario si está bien elegida, pero te aseguro que no pasará desapercibida si está mal elegida.
Con la fuente que elegimos le mostramos a nuestros potenciales clientes nuestros «copys» (texto que incluye mensajes con intención comercial con el objetivo de conseguir conversiones o una compra por parte de nuestro cliente), le contamos los detalles del producto, le informamos, le seducimos en nuestros «call to action» (o llamada a la acción, que generalmente es un botón donde indicamos al usuario cómo realizar la conversión).
Con la tipografía redactamos artículos, realizamos maquetaciones que tengan armonía y bloques de texto que sean atractivos y que inviten a ser leídos en lugar de ser ignorados.
Con la fuente tenemos que jerarquizar la información que mostramos al usuario, para que con un simple vistazo pueda obtener la información que le queremos dar. La fuente es por tanto un elemento básico para que nuestro cliente pueda entender nuestro mensaje.
La tipografía por tanto es uno de los pilares de la interfaz de usuario (UI) de nuestros productos, y uno de los elementos que más afecta a nuestra experiencia de usuario (UX) y por ello tenemos que conocerla y aplicarla correctamente.
No sólo es clave la clase de tipografía o tipografías elegidas para nuestro producto, sino como la aplicamos.